Villa Patricia
“Pasó!!!!”. Con este única palabra mi amigo Jesús N. –que conoce de primera mano mis esfuerzos por la conservación de Villa Patricia– me mandó un mensaje a las siete de la tarde del pasado día 19, al que adjuntaba el enlace a una noticia –publicada en primicia en la edición digital de Europa Sur a la una y media de la tarde del citado día 19– en la que se decía:
“El último temporal de finales de año ha derribado el tejado de Villa Patricia, un palacete del siglo XIX [que no es tal, sino un hotel de recreo de principios del siglo XX] situado junto a Las Adoratrices [que no está junto a sino que forma parte de] y catalogado por el Ayuntamiento de Algeciras de interés urbanístico y botánico [que tampoco, porque en el catálogo del Texto Refundido (TR) del PGMOU de 2001 actualmente vigente lo califica como edificio de interés arquitectónico (Grado·3) y, antes aún, en el catálogo del PGOU de 1991, estaba incluido como edificio de valor ambiental]”.
“¡Ya lo ves! –le respondí–. Eso es lo que ocurre cuando gobiernan los más incapaces o los más negligentes”. Una vez más, el incumplimiento por parte de los propietarios de un inmueble del deber que la ley les impone de conservarlo en condiciones de seguridad, higiene y ornato y la pasividad culpable del Gobierno municipal, que no ha cumplido con el deber vigilar y exigir a los propietarios el cumplimiento de la legalidad urbanística, han provocado la ruina de un edificio del Catálogo del Patrimonio Arquitectónico de la ciudad que, si la justicia no pone remedio, será finalmente demolido.
Que esto ha sido así, y continúa siéndolo, lo evidencia el hecho de que ya en 2005, poco más de tres años después de aprobado definitivamente el TR, en nombre de CODEPA (Coordinadora de Defensa del Patrimonio del Campo de Gibraltar, lamentablemente desaparecida) denuncié ante la Delegación Provincial de la Consejería de Obras Públicas y Transporte, en Cádiz, la demolición hasta los cimientos de los números 3, 5, 6 y 7 de la calle Rafael de Muro, todos ellos, según el propio Catálogo, “edificios “interesantes”, de finales del siglo XVIII o mediados del siglo XIX, de estilo barroco o neoclásico popular, con rejería de hierro forjado, para los que es (era) obligado su mantenimiento y su conservación; sólo se permite su rehabilitación y la adecuación y modernización de su interior y […] están expresamente prohibidas la alteración de la fachada y la eliminación de elementos originales del interior no obsoletos”. En su respuesta – que, en aquella ocasión sí la hubo – la Delegada (a la sazón Doña Bibiana Aído) nos informó de que, “ante la gravedad de los hechos denunciados, hemos solicitado puntual información sobre dichos extremos al Ayuntamiento de Algeciras. Asimismo esta Delegación Provincial tras una toma de contacto con la de Obras Públicas ha tenido conocimiento de que ésta ha iniciado actuaciones conducentes a la clasificación de los hechos y en su caso, a la adopción de medidas disciplinarias. Dicho lo cual –como diría Cervantes– firmó su escrito, cerró la pluma, dejó el despacho y no hubo nada.
Nadie hizo nada, como hoy. Bueno, no, como hoy no. Al menos, todavía, Villa Patricia sigue en pie. Ruinosa, destejada, en riesgo de derrumbe, pero en pie; amenazada de derribo, por intereses que escapan a nuestro conocimiento, con la complicidad culpable de las autoridades municipales que, haciendo caso omiso de las alegaciones presentadas, aprobaron su descatalogación para dar vía libre, sin obstáculos legales, a la demolición. Demolición que, hasta ahora, no se ha producido por decisión de la propiedad, que desistió de su solicitud –por razones que solo ella conoce–, a tiempo, tal vez, de que las diferentes asociaciones de defensa del Patrimonio (AEPA, La Trocha, el propio Instituto de Estudios Campogibraltareños, o tal vez la propia CODEPA rediviva) o yo mismo, denunciemos los hechos ante las administraciones responsables o –si fuese necesario– ante los tribunales de justicia.
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