La verdadera historia de la Escalinata (IV)
Cumplido el sueño, pudieron los vecinos de Algeciras asomarse al espléndido paisaje que, a su vista, ofrecían el Estrecho (más allá de la Punta del Rodeo, a su derecha, hasta la Punta de Europa en Gibraltar, a su frente) y la propia Bahía (desde Gibraltar hasta la Punta de Paredones, al norte de la playa de Los Ladrillos, pasando por las costas de La Línea y Puente Mayorga, la desembocadura de los ríos Guadarranque y Palmones y sus playas, y la playa del Rinconcillo) sin más obstáculos que la línea del rompeolas cruzando la Isla Verde, y las del muelle de la Galera, el muelle pesquero y la dársena de Villanueva, prolongando la margen izquierda del río de la Miel.
Figura 1. Vista del SE de la Bahía, desde la Escalinata. Archivo IEF/UMA – Roisin
Recuperado apenas el paisaje, a principios de 1955 el Alcalde de la ciudad daba cuenta a los miembros de la Comisión Permanente Municipal de la visita del Jefe del Sindicato de Pesca que le había informado de que – como solución total y definitiva a las necesidades de la industria pesquera, y de acuerdo con la dirección facultativa de la Junta de Obras del Puerto – estaba previsto ensanchar el Paseo Marítimo hasta la altura de la Escalinata “para utilizar la zona para secadero de redes y almacenamiento y manipulaciones de los diferentes pertrechos de pesca”.
Para manifestarle su preocupación por el proyecto, el Alcalde propuso visitar al General Gobernador Militar del Campo de Gibraltar pero, finalmente, la Comisión Permanente acordó celebrar una reunión con el Director de las Obras del Puerto. En dicha reunión el Director informó de que el proyecto definitivo – además de llevar a cabo las obras del relleno de la dársena de Villanueva, ya adjudicadas (pág. 2718 del BOE nº 115, de 25 abril 1954) – pretendía ampliar la anchura “del Paseo Marítimo en 118 metros […], entre la dársena Villanueva y los chalets del Ramo de Guerra [en las proximidades de la playa de Los Ladrillos], para almacenes de pertrechos pesqueros, secaderos de redes, depósitos de carbones, estación de autobuses, etc.”
En su respuesta el Alcalde puso de relieve que, con el proyecto citado, “el Paseo Marítimo se convertiría en una calle más”, proponiendo que “para solución de la industria pesquera se prolongase el Muelle Pesquero […] dejando libre todo el Paseo Marítimo adornado con una balaustrada y alumbrado moderno de farolas, como ocurre en Cádiz – circundada por un hermoso Paseo de esta clase y bellos jardines –, en San Sebastián, La Coruña, o Barcelona […], por ser legítima aspiración de toda población marinera”.
Aunque el Director dijo que estudiaría la propuesta añadió que “creía que no era posible por razones de índole técnica”. Por su parte, la Comisión Permanente Municipal acordó que si el proyecto siguiese adelante se opondría en el período de información pública.
Figura 2. Vista del SE de la Bahía, desde el parking Escalinata (esquina inferior derecha de la imagen). Captura de pantalla de Google Earth, imagen de 14/6/2023
Pese a la propuesta del municipio, el Paseo Marítimo no fue nunca un paseo sino una carretera; imprescindible sí, pero carretera sin más, entre la primitiva línea de costa y la marea de hormigón y cemento iniciada con el relleno de la dársena de Villanueva que culminaría, algunos años después, en el páramo del Llano Amarillo, como un monumento a la insensatez, a la prepotencia, al abuso de quienes se creyeron los dueños no ya del suelo sino del mar, robándole a los algecireños el disfrute de su entorno natural más emblemático.
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