Algo habrá que hacer

¡Aleluya!, ¡Aleluya!, ¡Aleluya! El alcalde de la ciudad se ha complacido en invitarme a la inauguración, el próximo primero de octubre, de las Factorías Romanas de Salazón de Algeciras, situadas en el solar que ocuparon en su día los números 3 y 5 de la calle San Nicolás, en la Villa Vieja.

Espero poder encontrarme allí – y felicitarme con ellos – a Raúl González Gallero, María Isabel Gómez Arroquia, M.ª Isabel Arroquia Rodríguez, Abdennour Hadjeres y Mario Luis Ocaña Torres, invitados también – espero – porque ellos, como yo, alegaron (e hicimos valer nuestras alegaciones ante la administración autonómica) para impedir la mutilación del Bien, pretendida por el propietario del solar y admitida y apoyada por la administración local y las autoridades provinciales del momento.

Vista aérea de la parcela con Google Earth [datos: 24/11/22]

Sin embargo, no ha sido fácil. La integridad de la Zona Arqueológica estuvo en peligro cuando, a principios del año 2003, tanto la Delegación Provincial de Cultura como el Ayuntamiento de Algeciras aceptaron una propuesta del propietario del solar que pretendía ceder una parte del mismo a cambio de poder trasladar al resto la edificabilidad asignada a la parcela. La propuesta suponía transformar un hermoso proyecto de recuperación de los dos complejos industriales existentes – que los integrara no solo en el colindante parque de las Acacias sino en la trama urbana a la que la factoría estuvo conectada desde siempre – en un recinto aislado, separado de la calle San Nicolás por una muralla de ladrillo y cemento; la aceptación de la propuesta significaba renunciar a la posibilidad de completar el segundo complejo, el resto de elementos de las instalaciones anejas, así como otros elementos previsibles asociados a la factoría, que acrecentarían más aún la ya suficientemente justificada importancia del yacimiento. La propuesta fue llevada al BOJA en cuyo nº 102, de fecha 30 de mayo de 2003, apareció el anuncio de la Delegación Provincial de Cádiz por el que se sometía a información pública el expediente que daba carácter oficial a la mutilación de la Zona Arqueológica. Y alegamos.

Hoy, cuando todos nos felicitamos por lo conseguido, hay que decir que sólo fue posible gracias al interés, a la voluntad y a la firmeza de un grupo de ciudadanos: Las alegaciones presentadas por los propios vecinos convencieron a los responsables de la Delegación Provincial de Cultura de la procedencia de mantener la integridad de la Zona Arqueológica.

Vale, pues, pero no basta. A unos cientos de metros del yacimiento de la calle San Nicolás está – vallado todavía, desde hace casi veinte años – el solar abandonado en que se documentaron y excavaron, entre otros, restos de las atarazanas califales de la Acera de la Marina (Bien de Interés Cultural por ministerio de la Ley) expuestos desde entonces a la intemperie y al consiguiente daño y deterioro, amontonados (con cierto orden, sí) sobre la cubierta de hormigón que oculta el cauce abandonado del Río de la Miel.

Algo habrá que hacer.

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